El gobierno propone residencias más pequeñas, con más empleados y más control de los centros
Se está debatiendo sobre los nuevos requisitos que se exigirán a los hogares. El Ministerio de Derechos Sociales está negociando un nuevo convenio de acreditación de los servicios de la agencia con los agentes sociales y las Comunidades Autónomas, es decir, las condiciones mínimas que deben aplicarse en todo el territorio para que funcionen en el sistema. También mantiene diálogos con asociaciones y expertos de la industria para conocer sus puntos de vista.
Un borrador de la obra, al que tuvo acceso EL PAÍS, incluye centros más pequeños (con un máximo de 50 plazas), divididos en unidades en las que conviven un “pequeño grupo de personas” formando una especie de vivienda. en funcionamiento «. El texto, a su vez, propone el aumento paulatino del personal dedicado al servicio diario de los usuarios y que exista al menos un inspector en la Administración por cada 30 hogares acreditados. Al mismo tiempo, reconoce el» importante «papel. de las familias, con las que los centros deben reunirse periódicamente, y propone el desarrollo de un sistema de evaluación de la calidad de los servicios, cuyos resultados conviene difundir».
El documento este jueves hablamos en la mesa de diálogo social, que aglutina a empresas y sindicatos, y que la semana que viene abordará, en diálogo civil, las asociaciones y organismos especializados del sector. Fuentes cercanas al acuerdo sostienen que aún se encuentran en las primeras etapas y que las proporciones o el tamaño de los centros, por ejemplo, son un punto de fricción.
El asunto también se tratará con las comunidades autónomas, competentes en la gestión de la agencia. Muchos ya están haciendo cambios regulatorios hacia un nuevo modelo, aunque el ministerio tiene un rol coordinador. El pasado mes de julio ya habían acordado con Derechos Sociales los principios en los que se basará este acuerdo, que debería concluirse en diciembre, pero cuyas negociaciones se extenderán hasta el primer trimestre de 2022.
Por tanto, es muy probable que el texto cambie y que no sea fácil llegar a un consenso. Sin embargo, es la columna vertebral del futuro pacto. Se habla de hogares, tanto para personas mayores como para discapacitados, y guarderías. Es necesario agregar otros servicios, como asistencia remota o ayuda a domicilio. El último acuerdo sobre los requisitos mínimos del sistema de dependencia, muy breve, data de 2008, aunque se modificó en 2017.
La idea es poner al usuario en el centro y hacer que las entidades que prestan el servicio se adapten a su rutina, y no al revés, como suele ocurrir ahora. A su vez, pretende impulsar un cambio de modelo que afecta a los centros que se están construyendo. Y los existentes también: tendrán cinco años para adaptarse, según el borrador. El plan cubrirá los servicios públicos, los trabajadores contratados y los que operan en servicio vinculado (cuando la Administración cede parte del dinero al dependiente y este último saca de su bolsillo el resto). Las Comunidades Autónomas deberán incorporar el convenio a su normativa en el plazo de un año desde su aprobación, tal y como exige el texto.
Personalizar habitaciones
Las nuevas viviendas que se construirán como consecuencia de la adecuación territorial del convenio no podrán superar las 50 plazas y los 100 centros de día, y las existentes deberán presentar un plan de adecuación, “bien mediante la sectorización de sus propias estructuras en plena autonomía”. «gradualmente.» reduciendo el número de asientos. “Las residencias contarán con“ módulos o unidades de convivencia estable ”, donde residirá un reducido número de personas, que funcionarán como“ vivienda ”. El personal que los atienda tendrá estabilidad, se evitarán muchas rotaciones. . la personalización de ambientes ”, pueden traer muebles y objetos personales. Los centros estarán ubicados en suelo urbano, próximos a espacios de actividades sociales y comunitarias, y los ya construidos que no cumplan con este requisito deberán garantizar la comunicación por transporte público u otros medios.
Los requisitos mínimos deben garantizarse en tres aspectos: recursos materiales y humanos y “garantía de la dignidad del trato”. Cada usuario tendrá a su disposición un plan de soporte en el que podrá participar, “una de las estrategias clave para personalizar el servicio”. Recopilará las preferencias y deseos de los usuarios sobre cómo quieren vivir. También contarán con un profesional de referencia, encargado de “fomentar la atención personalizada”. Esta cifra debe tener la aceptación del usuario. Además, se establece que los usuarios “tienen derecho a la atención sin limitaciones, ya sean físicas, mecánicas, químicas o farmacológicas”. Los centros deben contar con un plan de reducción o eliminación, que siempre será «excepcional y temporal». En los hogares, los familiares tendrán un “importante papel de apoyo” y se realizarán “reuniones periódicas” con el equipo de atención directa y el profesional de referencia. Las visitas se facilitarán siempre que los vecinos así lo deseen, “sin más límites que los derivados de la convivencia y necesaria organización de cada hogar”.
Parte del texto se centra en el personal y sus condiciones laborales. Se establece que los reportes se contabilizan por las horas completas trabajadas, es decir, por el número de horas de servicio y no por el número de trabajadores. Una de las mayores quejas de los trabajadores y sus familias es la alta carga de trabajo, que se traduce en un mal servicio. Hay diferencias entre comunidades y hay regulaciones antes de que se aprobara la ley de adicción a las drogas hace 15 años.
Muchos los miden por el número total de empleados, desde recepcionistas hasta personal de limpieza. Ahora está previsto medirlos por atención directa, tanto en el primer nivel (cuidador) como agregando el primer y segundo nivel (que también incluye otras figuras profesionales, por ejemplo en el ámbito sanitario y social). En el primero, las relaciones en los hogares serán de 0,33 trabajadores por usuario a partir del 1 de enero de 2023; 0,38 en 2025 y 0,40 en 2027. En la atención directa en general, que también incluye a otros profesionales (por ejemplo, en las áreas de salud y social), las proporciones serán de 0,36 en 2023, 0,40 en 2025 y 0,43 en 2027.
En el acuerdo de 2008, el valor definido para la atención domiciliaria directa es 0,27 para dependientes de segundo grado (en una escala de uno a tres) y 0,28 para dependientes de tercer grado. Además, el porcentaje permitido de contratos de duración determinada y a tiempo parcial es limitado. También se establece que la salud será responsabilidad del sistema público.
Finalmente, se destaca la importancia de la vigilancia ciudadana de los centros. Una encuesta de EL PAÍS constató que de 2014 a 2019, antes de la pandemia, 10 comunidades autónomas tenían de media menos de una inspección de servicios sociales al año en residencias de ancianos. En Asturias, por ejemplo, tenían una media de un inspector por cada 39 centros. El proyecto prevé uno por cada 30 hogares, incluidos los de ancianos y discapacitados físicos. Además, las comunidades autónomas deben hacer públicos sus planes anuales de inspección e “informar periódicamente” de sus resultados.
También se creará un sistema de evaluación de servicios públicos, teniendo en cuenta su impacto en la calidad de vida de los usuarios. Actualmente es imposible comparar centros. Se propone que el consejo territorial de la sección, que agrupa al ministerio y las comunidades autónomas, establezca los indicadores y estándares en el plazo de un año desde la aprobación del convenio, comenzando por las residencias.
El proyecto plantea una serie de interrogantes en torno a cinco principios: dignidad y respeto, atención centrada en la persona, participación, derecho a la salud y bienestar personal, proximidad y conexión con la comunidad. Hay indicadores como si se tienen en cuenta a la hora de elegir el menú o si existe una estrategia para reducir la sobremedicación. Los resultados serán públicos y las evaluaciones podrán establecer categorías de resultados que incidan en el precio del contrato con la Administración.