La escolarización inclusiva es, de hecho, una disciplina destacada en el campo de la educación desde hace años. A pesar de los avances en la ordenanza aprobada en 2017, que consistía en garantizar la escolarización en una escuela normal para estudiantes con necesidades educativas especiales, la falta de memoria económica dificultaba su implementación. En este sentido, el Parlamento aprobó hace unos días, con 122 votos a favor y 11 en contra (los de Vox), la creación de una comisión de estudio sobre la implantación de un sistema educativo inclusivo en Cataluña. «Las escuelas necesitan mejorar su capacidad para acomodar a todos los estudiantes en su entorno, sean cuales sean sus condiciones, y continúan careciendo de los recursos para poder brindar una atención adecuada a los estudiantes con necesidades educativas especiales», dijeron los legisladores. También reconocieron la necesidad de apoyar “la labor pedagógica que realizan los docentes, que tienen que lidiar con la creciente complejidad del aula en su vida diaria”.
En el nuevo presupuesto del gobierno para 2022 se prevén 32 millones más para la escuela inclusiva, que se destinarán a incorporar 278 nuevos profesionales en escuelas públicas y subvencionadas. Sin embargo, los sindicatos y la oposición lo critican por insuficiente. La carta parlamentaria de creación de la comisión señaló que, durante diez años, se duplicaron los diagnósticos de necesidades educativas específicas, mientras que el número de profesionales en los equipos de atención psicopedagógica que prestan servicios a las escuelas “solo había aumentado en 20 personas”.
Maestros ahogados en la burocracia
Los resultados de la macroinvestigación también revelan que la gran mayoría de docentes y docentes (90%) se sienten «responsables del desempeño escolar del alumno» pero, al mismo tiempo, nueve de cada diez advierten que se ven ahogados por «el exceso de Trabaja». administrativo «. Es el rostro y la cruz de los resultados de los cuestionarios: según la secretaria general del departamento, Patrícia Gomà, se demuestra que los profesionales de la educación tienen un» alto grado de compromiso «con su trabajo, pero también que la dirección debe «recortar la burocracia» para facilitar el trabajo de los profesores.
En promedio, los docentes están satisfechos con el salario que reciben por su trabajo, hasta el punto de que una gran mayoría (3,5 sobre 4) elegiría ser docente si volviera a elegir la profesión. Sin embargo, se revelan algunas lagunas, especialmente en la formación: dos tercios de los encuestados nunca han asistido a clases con otros compañeros, cerca de la mitad nunca han participado o solo lo han hecho una vez al año en la formación del centro y solo la mitad cree que el claustro tiene la necesita realizar cambios metodológicos y está abierto a cambios. En esta línea, es destacable la cifra del 40% de los miembros de los equipos directivos que se incorporaron al cargo sin formación previa.